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El Infiltrado


            Año 3035, el mundo ya no es lo que era antes. Todo empezó hace 7 años, cuando un
         grupo  de robots escapó del taller donde su creador trabajaba en ellos. Primero eran unos
         50 y sólo causaban desastres en una parte del país, pero esta especie animatrónica se
         multiplicaba cada vez más. Se esparció a otros países, después continentes, hasta inva-
         dir el mundo entero. Estos robots no solo se multiplicaban con mucha facilidad, sino que
         cada vez desarrollaban más habilidades para superar los escasos recursos que tenían los
         humanos para derrotarlos.
            Lo que sabemos de sus creadores es que son dos ingenieros mecánicos que se fuga-
         ron de un manicomio después de ser ingresados por ser acusados de matar a sus com-
         pañeros de investigación. Estos mecánicos especializados en robótica desarrollaban to-
         dos sus inventos dentro de un edificio abandonado que llamaban taller.
            Dentro de este taller crearon una infinidad de prototipos, que con el tiempo fueron per-
         feccionando hasta que lograron crear el autómata perfecto que contaba con iguales o me-
         jores capacidades que los humanos. Se les fue de las manos, ya que los robots unieron
         fuerzas, lograron matarlos y luego escapar. Desde ese día las personas viven aterroriza-
         das y encerradas en sus casas, no se puede salir a las calles, ya que estos humanoides
         no tienen piedad alguna y matan a todo lo que se les cruza.
            Las fuerzas armadas hicieron todo lo que estaba en su poder para intentar derrotarlos,
         pero no lograron su prometido, la tecnología con la que estaban elaborados estos autó-
         matas era superior a cualquiera ya existente, eran insuperables. Se tuvieron que tomar
         medidas extraordinarias, el gobierno creó un plan para poder habitar con total seguridad
         otro planeta del sistema solar. Intentaron llevar a cabo este plan por muchos años sin éxi-
         to, siempre había algo que se los impedía, como por ejemplo, nuevos robots que hackea-
         ban las bases de datos y dañaban los softwares de los cohetes antes de despegar, esto
         producía una cantidad incontable de muertes.
            Después de varios fallos y muertes de inocentes ciudadanos, el gobierno, junto a las
         fuerzas armadas, creyó tener el plan definitivo que los salvaría de las atrocidades por las
         que estaban pasando. Esta vez era perfecto, la tecnología era la óptima y habían creado
         una especie de campo magnético que abarcaba un radio de mil metros que no permitía el
         ingreso de los robots y bloqueaba toda señal emitida por fuera del campo. Por primera
         vez, en mucho tiempo, había un poco de esperanza para el futuro de la humanidad.
            Pero este plan tampoco funcionó, otra vez lo mismo, alguien había saboteado el softwa-
         re de la nave espacial que trasladaba a la primera camada de humanos que iban a formar
         el futuro de la especie humana en otro planeta. Ya para este punto el gobierno empezó a
         cuestionar la lealtad de cada uno de los trabajadores del plantel espacial. Fue en este
         momento cuando se ordenó un escaneo de cada uno de los cuerpos de los trabajadores
         que  ingresaban  al establecimiento mediante  unas  cámaras  de seguridad  de  tecnología
         muy avanzada que eran capaces de ver el interior del cuerpo humano. Ahí fue cuando
         descubrieron al impostor, el culpable de tantas muertes humanas. Un Autómata, una ré-
         plica exacta de la figura humana, reproducía movimientos iguales a los de cualquier ser
         humano  y se comunicaba con alta fluidez sin ningún problema, como si fuese uno más
         del montón. Su gran enemigo estuvo todo este tiempo al lado suyo, siendo parte de todas
         las estrategias y planes, bajo la máscara de un ingeniero más. Después de deshacerse
         del impostor, lograron llevar el plan a cabo con éxito, se hicieron incontables viajes in-
         terespaciales y lograron trasladar a toda la población sobreviviente.
            Soy Mathias, uno de los afortunados,  y en este momento les estoy contando la historia
         que vivimos los humanos en el planeta Tierra desde Marte, el nuevo hogar de la raza hu-
         mana.
                                                     Por Justina Scipioni, Lucia Cupito y Alfonso Block
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