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Los autómatas en Japón


             Todo empieza en Tokyo, en el año 2164, en una reunión secreta entre los presiden-
          tes de las 75 empresas más grandes operando en Japón y el gobierno nacional. Por
          muchos años no se le prestó atención sobre que podrían haber estado hablando es-
          tas personas con tanta responsabilidad. Y con toda razón, No había porqué preocu-
          parse, todos que querían trabajar consiguieron trabajo y el sueldo promedio estaba
          subiendo, es más la desigualdad nunca había estado menor en toda la historia de Ja-
          pón. Abrir un negocio nunca había sido tan fácil…

             Justo esto molestaba a las grandes empresas que cada vez se encontraban con
          mayor presión de parte de los competidores para ofrecer nuevos productos, a costo
          de los ganancias de la empresa. No se hablaba de hacerlo más difícil de abrir un ne-
          gocio, no. Los votantes se darían cuenta de la corrupción. En esta reunión se discutía
          la posibilidad de introducir de forma democrática a un gobierno más intervencionista,
          dando subsidios a las grandes empresas y también imponer nuevas regulaciones pa-
          ra que pequeñas empresas les resultaría casi imposible de seguir operando. ¿Cómo
          introducir este gobierno?, esa era la pregunta. ¡Fabricando votos!”

             Los ponía nerviosos a todos que el riesgo de ser descubiertos, aunque no era alto,
          Discutieron que la única manera de no ser descubiertos era de hacerlo de la manera
          más inesperada e impensable posible. Hablaron de autónomas, como espías o im-
          postores  en la sociedad. Hasta ellos no lo creían posible, pero eso es justamente lo
          que buscaban.

             Crearon el cuerpo de robot perfecto, que era tan parecido a una persona que no se
          podían diferenciar con los empleados. La inteligencia artificial no la pudieron perfec-
          cionar, pero podrían reducir la interacción con humanos lo menos posible para que no
          sean descubiertos. Cuando terminaron de crearlos los fueron liberando de a poco en
          Japón. Los metían al país como inmigrantes, creaban empresas y trabajo para más
          autómatas. Creaban barrios, donde vivían excluidos de los humanos.

             Aunque no tenían la cantidad deseada fueron suficientes para hacer ganar el parti-
          do  político que  tenían  en  sus  bolsillos.  El  nuevo  gobierno estaba  en  manos  de  las
          grandes empresas. Un gobierno autoritario, una dictadura bajo la fachada de una de-
          mocracia. La semana siguiente el mundo entró en shock por la desaparición de más
          de 7 millones de habitantes de Japón en una sola noche, más de la mitad de su po-
          blación  total.  Nadie  sabía  que  había  pasado,  ni  siquiera  los  mismos  creadores  del
          plan. Simplemente dejaron de funcionar.




                                                Por Franco Benassi, Jonathan Lin, Mathias Kühlcke
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