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La tragedia de Astrid Lightgreen
Mayra de los Ángeles K.
Astrid le quería regalar a su amiga un cuchillo de bolsillo para que pudiera
tallar un palo. Pero estaba muy triste en ese momento y se mató con el
cuchillo. Nadie sabía que Astrid se había suicidado hasta que salió el Sol. La
chica quiso ir al baño y cuando abrió la puerta de la carpa, la vio. Ella empezó
a llorar y a gritar... gritaba malas palabras hacia el cielo.
Cavó una tumba para Astrid... y una de más. No sabíamos en este momento
por qué.
De este día, la chica no comió nada más. Tampoco crecía.
Una noche, hicimos un fogón enorme y todos estábamos felices porque
hicimos la peligrosa Triple Carrera. La chica ya era demasiado chiquita y
nadie la veía, hasta que un chico, sin querer, la empujó hacia el fogón.
Escuchamos gritos que hasta el día de hoy no puedo ni siquiera volver a
imaginar.
Vimos a la chica en el fogón y todo su cuerpo estaba sangrando: la sangre era
tan roja como un corazón roto y su cara estaba roja también; no tenía más
ojos... sólo huellas con sangre y músculos. Su mirada era triste y también muy
dolorosa, hasta que gritó tan fuerte que hubo silencio en todo el bosque y
todos los pájaros se echaron a volar y se fueron. Vimos cómo su cuerpo
empezó a caer en cámara lenta sobre el fuego, arriba de la madera que
habíamos conseguido para el fogón.
Esa noche fue la peor noche de mi vida. Todavía escucho los gritos de ella,
que lentamente destruyen mi corazón. Si se preguntan por qué los gritos
están matando lentamente mi corazón, la respuesta es... ella, la chica, era mi
hermana pequeña.
Mayra de los Ángeles K.