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De repente comenzaron a acercarse máquinas enormes, monstruosas con
dientes de acero, así que él comprendió todo... estaba en peligro, lo iban a
talar. Él no sólo representaba una sombra donde las personas se sentaban a
hacer picnics, también era el oxígeno que respiraban día a día, el hogar de
muchos de los seres vivos, les daba alimento, medicinas… les daba vida.
Finalmente se dio cuenta de que a nadie le importaba, que era solo un árbol
más de los últimos que quedaban en pie. Muchos de sus amigos habían
desaparecido, el bosque se estaba convirtiendo en una de las cosas que él
más temía, en una ladera desolada. El crujir de las máquinas producía un
ruido ensordecedor, el fin se acercaba inevitable.
De repente comenzó a escuchar una multitud de gente que se dibujó en el
horizonte con banderas y pancartas. ¡Estaban yendo hacia él para ayudarlo!
En aquel momento, se dio cuenta de que no estaba solo. Las personas se
aferraron fuertemente a los últimos árboles, se encadenaron a ellos y
comenzaron a gritar. Las máquinas se detuvieron, los taladores trataron de
hacer lo posible para tranquilizar a la multitud, pero no pudieron. La
esperanza de salir con vida se hizo realidad.
Martina B.F.