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     Tal  vez  permanecerá  para  muchos  con  su  mirada  honda  y
               celeste, con muchos rulos y sensibilidad social, una mirada con
               experiencia de vida, que se manifestaba con voz grave y sentido
               crítico, cuestionadora y aguda, emotiva y con olor a tabaco, a las
               carcajadas  contagiosas  y  con  la  franqueza  de  esa  niña  que
               también fue: una niña curiosa y maravillada por las sorpresas de
               un universo diverso y polifónico, que la fascinaba.
               De  los  ciento  veinticinco  años  de  la  Goethe-Schule  que  supo
               celebrar  con  todos  nosotros  en  el  Colegio,  estuvo  dedicada  a
               nuestra  institución  dieciséis,  hasta  su  jubilación  en  2005.  Viajó
               acompañando proyectos diversos a Verónica, Chile, fue parte de
               la  organización  de  los  eventos  por  el  100º  Aniversario  de  la
               Goethe-Schule y se dedicó también a contribuir con sus saberes
               a los proyectos de teatro de aquellos años.
               El  pasado  cuatro  de  diciembre  falleció  Celia,  sin  demasiada
               anticipación,  luego  de  un  breve  período  de  transición  y  casi
               sorpresivamente.
               Celia  está  en  todas  esas  cosas  que  nos  supo  dar.  Celia  está  en
               todas esas representaciones que nos transmitió con amor y con
               pasión. Celia está un poquito o mucho, en cada uno de quienes
               tuvimos la enorme fortuna de conocerla y abrevar de ella, todo lo
               que  generosamente  supo  ofrecer  y  hacer  florecer  en  los  otros.
               Allí  la  encontramos,  allí  la  seguimos  recordando,  evocando  y
               disfrutando.





