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Goethe Alumni
En memoria de una
auténtica maestra: Irma Oberst
Por Tim O. Sander
"Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no
puedo cambiar, el valor de cambiar las cosas que puedo, y la
sabiduría para saber la diferencia entre ambos."
Esta oración de serenidad
recorrió como un hilo la vida de
Irma Oberst (o Frau Parusel, como
le solían decir en la Goethe-
Schule), a quien he llegado a
conocer y querer mucho.
Fue una de las personas más
sabias que conocí e inimitable
con sus ganas de vivir, su claridad
de pensamiento y su optimismo.
Me acuerdo bien de cómo yo -aún como turista- me bajé del micro
nocturno en Villa General Belgrano, Córdoba, a las 8 de la mañana
en un gélido día de invierno y me recibió Irma, una antigua
compañera de trabajo de mi padre. Quién iba a pensar que mi
familia ya estaba conectada con la cultura argentina -antes de que
yo emigrara, a través de Irma o Irmgard, como la llamaban en
Alemania.
Claramente, Irma fue una de las personas que reforzó mi decisión
de venir a Argentina. Cuando se enteró de mi interés por trabajar en
un colegio alemán en estas tierras, fue la primera en ponerme en
contacto con el entonces presidente de la Comisión Directiva del
Colegio Alemán en VGB, con su típico entusiasmo.
Intencionadamente lo hizo así, porque me aseguró que para
trabajar en una de las escuelas más grandes y de excelencia,
primero tendría que adquirir la experiencia necesaria.