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La melodía negra
Era una noche lluviosa. Hacía mucho frío y los rayos iluminaban el cielo. Una
joven mujer andaba sola por el bosque. Estaba perdida. Era una mujer muy
valiente, por eso no tenía miedo. Esperaba encontrar un sendero que la llevara
a un pueblo. La mujer estaba cansada, había caminado todo el día. Desde lejos,
parecía una silueta negra.
Un rayo iluminó el cielo. Y a lo lejos, la mujer pudo ver un humo negro semi
transparente que flotaba en el aire. Al rayo le siguió un trueno. Y después,
nada. Oscuridad. Silencio. La mujer siguió caminando. Pensó que el humo
negro había sido una alucinación por estar tan cansada.
De repente, una melodía rompió el silencio. Una melodía misteriosa, oscura. La
mujer buscó entre los árboles para ver de dónde salía esa melodía, pero no
encontró nada, entonces decidió perseguirla. Corrió, buscándola; su oído la
guiaba. A medida que avanzaba, los árboles se iban haciendo más espesos, y a
la mujer le resultaba difícil correr sin rasparse. Ya no se veía el cielo y la lluvia
tampoco caía tan fuerte. Pero ella confiaba en que la melodía salía de alguna
casita o de un pueblo. Anduvo durante bastante tiempo, pero como no se veía
el cielo, era difícil afirmar si ya era de mañana.
Finalmente, los árboles se fueron separando y dejaron a la vista un enorme
castillo. Era un castillo muy antiguo, con moho por todos lados. La mujer
alcanzó a ver un humo negro que entraba al palacio por una ventana. Ella se
acercó e hizo lo mismo. La melodía seguía sonando, esta vez más cerca.