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La sección de
«Leer, pensar y compartir» Ana María Pórfido
100 años de un impensado desafío
Magde Miller desafió a su hermana Agatha a escribir una novela
policial, pero con una condición: que no se dedujera fácilmente quién
era el asesino. Agatha, que adoptó el apellido Christie, se tomó muy
en serio el reto y el resultado fue El Misterioso Caso de Styles, novela
que apareció en 1920 y en la que la autora presentó por primera vez
al detective Hércules Poirot.
A partir de ese momento y, hasta su muerte, no se detuvo su vasta
producción literaria. Producción literaria que se volvió popular entre
lectores muy diversos y que compitió con hombres referentes del
género, como Arthur Conan Doyle, Raymond Chandler o Chesterton.
La «Reina del Crimen», apodo que se ganó con toda justicia, propone
en sus textos verdaderos acertijos mentales que atrapan al lector con
pistas falsas y desvían su atención para que las sospechas recaigan
en el personaje equivocado, revelando en las últimas páginas o en el
epílogo al verdadero autor del delito.
Agatha Christie, considerada una de los más grandes genios literarios
de todos los tiempos, falleció en enero de 1976. Esa noche todos los
teatros del West End de Londres apagaron las luces de sus
marquesinas en su honor. Pero, si bien las luces de los teatros se
apagaron en ese momento, vuelven a encenderse cada vez que un
apasionado lector lee alguno de sus textos.
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