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La naturaleza de la ciencia
Por Evelina Mahler | Docente
Cuando pensamos en las
ciencias naturales, nos referimos
generalmente a un conjunto de
conocimientos que ha construido
la humanidad, enmarcado en
leyes y teorías. Esta es una de las
caras de la ciencia: las teorías
evolutivas, las leyes de los gases,
la solubilidad, las organelas de las
células y mucho más. Es lo que
se llama el producto de la ciencia.
Pero hay otra cara igual de importante, y es la ciencia como proceso.
En este plano nos encontramos con la metodología misma de la
ciencia, con lo que dispara las investigaciones, las preguntas, la
contrastación empírica, el aspecto contra-intuitivo, el contexto social
e histórico, los debates, los obstáculos, la búsqueda de las evidencias.
Este aspecto es -quizás- muchas veces el más interesante.
La pandemia de COVID-19 y su asociada infodemia puso en evidencia
una gran deuda en alfabetización científica de la ciudadanía global.
La incapacidad de interpretar un gráfico, leer una estadística,
contrastar o acceder a fuentes de información confiable es una
deuda de la educación, y puede ser entre curiosa (terraplanismo),
hasta peligrosa (el movimiento antivacunas).
Comprender cómo funciona la ciencia, cuáles son sus valores, sus
procedimientos, cómo se construyen las teorías, cómo funciona la
revisión de pares, es fundamental para seguir desarrollando nuestras
habilidades como ciudadanos críticos y terminando de entrar
alfabetizados científicamente a pleno en este ya avanzado Siglo XXI.
Estudiar la naturaleza de la ciencia es comprender cómo es la
ciencia, comprender que gracias a mecanismos propios del
quehacer científico, no todo está en duda.