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Disfrutamos muchísimo de pintarnos las manos, dejar dedos
empapados de témpera, brillo, crayones, pegar estrellas, ¡de
todo! Debo reconocer que más de un adulto disfrutó y se
enchastró a la par de sus hijos.
Luego vino la sorpresa, un hermoso llavero que ellos mismos
habían pintado. Particularmente yo lo puse con mis llaves. Es
increíble que cuando Felipe lo ve, recuerda y me cuenta algo
distinto de ese día, pero siempre con la misma alegría.
Realmente se pudo apreciar el trabajo que día a día realiza el
equipo docente con nuestros hijos e hijas.
Quiero destacar que la complicidad y las miradas entre las seños
Ana y Juli con todos los niños y niñas fueron mágicas. Dejarnos
estar presentes aunque sea un día, también lo fue. MUCHAS
GRACIAS.