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Los que conocen la leyenda saben también que un día, casi
como por arte de magia, las ahijadas y los ahijados viajan a visitar
el lugar que habitan las madrinas y padrinos. Y vuelven a hacer
juntos lo que mejor saben hacer: jugar y jugar. Quienes los vieron
alguna vez conocen los abrazos, las caminatas de la mano y las
sonrisas que intercambian ambas especies como señal de
agradecimiento por el tiempo compartido.
Así fue como apareció el poder
especial que tienen estas
criaturas fantásticas que hoy
son ahijados y ahijadas, y que un
día serán madrinas y padrinos.
De la misma manera, ese poder
sobrenatural que les recuerda a
las madrinas y a los padrinos
cuando un tiempo atrás fueron
ahijadas, ahijados.